Gracias por todas esas noches que se desvelo con mi llanto y Ud sin quejarse se levantaba las veces necesarias para alimentarme, abrazarme y consolarme.
Gracias por las canciones que me canto y hoy todavía tarareo, y por los cuentos e historias que me decía hasta quedarme dormido.
Gracias por las noches que me dejo dormir con Ud y sentir sus abrazos que me calmaban cuando las pesadillas me despertaban en medio de la noche, o cuando la fiebre me hacía llorar desconsoladamente.
Gracias por sus agüitas, por las galletas de manteca y por los caldos que me daba cuando me enfermaba.
Gracias por todas las madrugadas que me esperó sin poder dormir mientras yo salía con mis amigos y aprendía de la vida en medio de la calmada locura de mi adolescencia.
Gracias por cada consejo, por cada abrazo, por cada regaño.
Gracias porque a mis 17 años, cuando aún era tan pequeño para no saber nada de la vida pero tan grande para que me rompieran el corazón, tú me lidiaste las noches con tu prudencia, sin preguntar demasiado, encontraste la manera de distraerme y hacerme sentir mejor.
Gracias porque cada viaje que hice sin Ud era una despedida dolorosa aunque llena de amor y libertad.
Hoy le agradezco infinitamente el darme la libertad y la confianza para permitirme equivocarme, caer y levantarme. Seguro esas caídas, equivocaciones, miedos, tristezas y frustraciones le dolían más a Ud que a mí y aun así, prefiero dejarme aprender a mi manera.
Gracias Mamá Guima por permitirme crecer
Mensaje(1)-
Ro says
11 agosto, 2022 at 3:43 pmGracias por todas esas noches que se desvelo con mi llanto y Ud sin quejarse se levantaba las veces necesarias para alimentarme, abrazarme y consolarme.
Gracias por las canciones que me canto y hoy todavía tarareo, y por los cuentos e historias que me decía hasta quedarme dormido.
Gracias por las noches que me dejo dormir con Ud y sentir sus abrazos que me calmaban cuando las pesadillas me despertaban en medio de la noche, o cuando la fiebre me hacía llorar desconsoladamente.
Gracias por sus agüitas, por las galletas de manteca y por los caldos que me daba cuando me enfermaba.
Gracias por todas las madrugadas que me esperó sin poder dormir mientras yo salía con mis amigos y aprendía de la vida en medio de la calmada locura de mi adolescencia.
Gracias por cada consejo, por cada abrazo, por cada regaño.
Gracias porque a mis 17 años, cuando aún era tan pequeño para no saber nada de la vida pero tan grande para que me rompieran el corazón, tú me lidiaste las noches con tu prudencia, sin preguntar demasiado, encontraste la manera de distraerme y hacerme sentir mejor.
Gracias porque cada viaje que hice sin Ud era una despedida dolorosa aunque llena de amor y libertad.
Hoy le agradezco infinitamente el darme la libertad y la confianza para permitirme equivocarme, caer y levantarme. Seguro esas caídas, equivocaciones, miedos, tristezas y frustraciones le dolían más a Ud que a mí y aun así, prefiero dejarme aprender a mi manera.
Gracias Mamá Guima por permitirme crecer