Hola prima, acabo de enterarme lo de tú papacito, de todo corazón me uno a tú dolor. Mi sentido pésame prima y que mi tío descanse en paz y que Dios lo tenga en su santa gloria..un abrazo prima..
Claudia buenas noches. Reciba nuestro sentido pésame, que nuestro Padre Dios le tenga en su gloria a su papito y que nuestra Santa Madre María les ayude a encontrar resignación en estos duros momentos. Le acompañamos en esta irreparable pérdida Claudia. Un abrazo enorme, estamos rezando por su papito.
Mi más sentido pésame 💐 por la pérdida de tu papi!! Un fuerte abrazo y que Dios llene de sabiduría y aceptación para ti y toda tu familia!! Saludos Claudia.
Querida prima Claudia, quiero hacer llegar a ti y tu familia mi mas sentida nota de pesar por tan irreparable perdida. Que el creador les ayude a encontrar la Paz y la resignacion por la falta de vuestro querido padre Antuquito. Un Abrazo a la distancia.
Tres semanas atrás compartimos alegres momentos con papá en el esperado cafecito que era el pretexto para visitarle y compartir buenos momentos los fines de semana. Entonces papá enfermó, pronto tuvo que hospitalizarse. El retorno a su encuentro con el Señor se había iniciado. Su debilitado cuerpo a causa de las secuelas de un cáncer no pudo hacer frente a un contagio por covid. El covid se fue, pero el daño estaba hecho. Papá ya no pudo recuperarse.
Antonio Araujo, mi padre, mi papá, nuestro papi, Papi Toño, el Abuelito para sus últimas nietas ya no está, nos queda su legado. Hombre bueno, honesto, disciplinado, estricto y por eso muchas veces incomprendido. Amante de la vida, de lo sencillo, poco practicante de los actos religiosos y sin embargo dueño de una FE religiosa enorme radicada en lo más profundo de su ser.
Maestro por excelencia, formador de varias generaciones de jóvenes. Para mí, padre y maestro. Tempranamente inculcó en mí el amor por las matemáticas, y con ello me ayudó a forjar una vida.
Sus hijos somos testigos de que su mejor estrategia de formación fue el ejemplo. Padre estricto, a veces un poquito bravo, pero capaz de brindar un amor infinito a sus hijos. Casi a sus 50 años obtuvo su titulo de tercer nivel en matemáticas; pienso que esto no le trajo mayor beneficio a su carrera profesional ya avanzada para entonces, sin embargo este esfuerzo fue orgullo y ejemplo a seguir para sus hijos….si, otra vez el ejemplo.
Alejado en su niñez temprana de su casa paterna, tal vez por las limitaciones económicas de su hogar, completó su niñez y vivió su adolescencia lejos de su hogar en un internado religioso. Años de dura soledad sobre los cuales nuestra madre siempre nos prohibió preguntar, marcaron sin duda el carácter de papá. En mis recuerdos tempranos existe la presencia de un hombre de mirada severa, tal vez hubiera preferido que hubiera tenido una mirada menos seria; mi papá era una persona a quien nunca vi derramar una lágrima, para mí era el hombre imbatible, el más valiente, el que no tenía miedos; creo que en términos modernos la palabra sería un superhéroe.
Conforme maduré fui descubriendo al hombre que estaba detrás de esa mirada severa. Era un hombre lleno de bondad, tal vez la vida dura de su niñez y juventud lo hicieron así, para esconderse detrás de ese antifaz. Pero se trataba de una persona maravillosa.
Nuestra madre, Isabel Pacheco Arce, la Chabelita para sus allegados, fue su primera esposa. Formaron un lindo hogar, pienso que habían limitaciones económicas, que por magia de nuestros padres no la sentimos. Nos dieron un hogar feliz. Los hijos, cuando niños, jugábamos peleábamos llorábamos y reíamos tanto. Hoy ya mayores, cada quien formó su hogar, pero seguimos jugando peleando llorando y riendo….así es… nuestros padres forjaron en sus hijos lazos de unión para siempre.
Entonces llegaron los tiempos duros para los que la vida no nos prepara. Primero mi hermana Claudia enfermó, hoy nos damos cuenta del esfuerzo gigante que entonces tuvo que hacer para lograr su mejoría con una cirugía no practicada en Cuenca, fue la primera vez que lo vi quebrarse, mi papá no era de acero, era humano, y muy humano. Luego mamá falleció hace 23 años. Hoy que tenemos la edad con la que ella falleció nos damos cuenta de que se fue muy temprano. Ciertamente ya éramos mayores cuando esto sucedió, pero todo cambió. Papá, el hombre inquebrantable, dejó de serlo. Ya era un hombre vulnerable.
Luego de años de soledad propia, porque la asistencia de los hijos no era suficiente, papá nos comunicó su decisión de volver a casarse. Para los hijos, comprenderán ustedes, era una situación que no entendíamos. Papá ya tenía sus 68 años entonces. Fiel a sus principios no quiso depender de sus hijos, pues sus hijos debían volar, ser libres y dejar el nido. La vida debía continuar.
Entonces llegó Susanita, su esposa en los últimos 19 años, a quien agradecemos la dedicación y cuidado que ha dado a nuestro padre. Susanita hoy le decimos, usted no queda sola, pues sus nietos allí están, la vida ha hecho que sean suyos. Y nosotros siempre estaremos cerca. Muchas gracias, Susanita.
Hoy estamos tristes despidiendo a una persona buena, a un padre ejemplar, a un educador a tiempo completo, al viejito que hasta el último aliento lo dio todo por sus hijos. Cada uno de nosotros sabemos que fue así. Hombre amante de la vida, hombre amante de lo simple, vivió una vida plena.
Pero es una tristeza pasajera, porque mañana nos daremos cuenta de lo afortunados que fuimos al tenerlos como padres. Que el legado de nuestros padres no terminó. Que sus principios perduran en nosotros, y entonces entenderemos que viven en nosotros.
Tres semanas atrás compartimos alegres momentos con papá en el esperado cafecito que era el pretexto para visitarle y compartir buenos momentos los fines de semana. Entonces papá enfermó, pronto tuvo que hospitalizarse. El retorno a su encuentro con el Señor se había iniciado. Su debilitado cuerpo a causa de las secuelas de un cáncer no pudo hacer frente a un contagio por covid. El covid se fue, pero el daño estaba hecho. Papá ya no pudo recuperarse.
Antonio Araujo, mi padre, mi papá, nuestro papi, Papi Toño, el Abuelito para sus últimas nietas ya no está, nos queda su legado. Hombre bueno, honesto, disciplinado, estricto y por eso muchas veces incomprendido. Amante de la vida, de lo sencillo, poco practicante de los actos religiosos y sin embargo dueño de una FE religiosa enorme radicada en lo más profundo de su ser.
Maestro por excelencia, formador de varias generaciones de jóvenes. Para mí, padre y maestro. Tempranamente inculcó en mí el amor por las matemáticas, y con ello me ayudó a forjar una vida.
Sus hijos somos testigos de que su mejor estrategia de formación fue el ejemplo. Padre estricto, a veces un poquito bravo, pero capaz de brindar un amor infinito a sus hijos. Casi a sus 50 años obtuvo su titulo de tercer nivel en matemáticas; pienso que esto no le trajo mayor beneficio a su carrera profesional ya avanzada para entonces, sin embargo este esfuerzo fue orgullo y ejemplo a seguir para sus hijos….si, otra vez el ejemplo.
Alejado en su niñez temprana de su casa paterna, tal vez por las limitaciones económicas de su hogar, completó su niñez y vivió su adolescencia lejos de su hogar en un internado religioso. Años de dura soledad sobre los cuales nuestra madre siempre nos prohibió preguntar, marcaron sin duda el carácter de papá. En mis recuerdos tempranos existe la presencia de un hombre de mirada severa, tal vez hubiera preferido que hubiera tenido una mirada menos seria; mi papá era una persona a quien nunca vi derramar una lágrima, para mí era el hombre imbatible, el más valiente, el que no tenía miedos; creo que en términos modernos la palabra sería un superhéroe.
Conforme maduré fui descubriendo al hombre que estaba detrás de esa mirada severa. Era un hombre lleno de bondad, tal vez la vida dura de su niñez y juventud lo hicieron así, para esconderse detrás de ese antifaz. Pero se trataba de una persona maravillosa.
Nuestra madre, Isabel Pacheco Arce, la Chabelita para sus allegados, fue su primera esposa. Formaron un lindo hogar, pienso que habían limitaciones económicas, que por magia de nuestros padres no la sentimos. Nos dieron un hogar feliz. Los hijos, cuando niños, jugábamos peleábamos llorábamos y reíamos tanto. Hoy ya mayores, cada quien formó su hogar, pero seguimos jugando peleando llorando y riendo….así es… nuestros padres forjaron en sus hijos lazos de unión para siempre.
Entonces llegaron los tiempos duros para los que la vida no nos prepara. Primero mi hermana Claudia enfermó, hoy nos damos cuenta del esfuerzo gigante que entonces tuvo que hacer para lograr su mejoría con una cirugía no practicada en Cuenca, fue la primera vez que lo vi quebrarse, mi papá no era de acero, era humano, y muy humano. Luego mamá falleció hace 23 años. Hoy que tenemos la edad con la que ella falleció nos damos cuenta de que se fue muy temprano. Ciertamente ya éramos mayores cuando esto sucedió, pero todo cambió. Papá, el hombre inquebrantable, dejó de serlo. Ya era un hombre vulnerable.
Luego de años de soledad propia, porque la asistencia de los hijos no era suficiente, papá nos comunicó su decisión de volver a casarse. Para los hijos, comprenderán ustedes, era una situación que no entendíamos. Papá ya tenía sus 68 años entonces. Fiel a sus principios no quiso depender de sus hijos, pues sus hijos debían volar, ser libres y dejar el nido. La vida debía continuar.
Entonces llegó Susanita, su esposa en los últimos 19 años, a quien agradecemos la dedicación y cuidado que ha dado a nuestro padre. Susanita hoy le decimos, usted no queda sola, pues sus nietos allí están, la vida ha hecho que sean suyos. Y nosotros siempre estaremos cerca. Muchas gracias, Susanita.
Hoy estamos tristes despidiendo a una persona buena, a un padre ejemplar, a un educador a tiempo completo, al viejito que hasta el último aliento lo dio todo por sus hijos. Cada uno de nosotros sabemos que fue así. Hombre amante de la vida, hombre amante de lo simple, vivió una vida plena.
Pero es una tristeza pasajera, porque mañana nos daremos cuenta de lo afortunados que fuimos al tenerlos como padres. Que el legado de nuestros padres no terminó. Que sus principios perduran en nosotros, y entonces entenderemos que viven en nosotros.
¡Ya se le hace tarde papi!
Ya le esperan allá.
¡Ya se le hace tarde papi!
En poco el sol se oculta ya.
¡Ya se le hace tarde papi!
Las puertas no se cierran aún,
le esperan, allá donde la paz es eterna.
Ya no se preocupe,
Alcides, Claudia, Ginna y yo,
sus niños, estamos bien,
ya no se preocupe, créame,
tenemos tranquilidad en el alma y el corazón,
allá le esperan nuestros ángeles,
vaya con ellos de la mano,
respire, respire y disfrute
de los aromas de la paz eterna,
respire, respire y disfrute
del aroma de las bondades
de nuestro padre celestial,
vaya papi, se le hace tarde,
ya nos reuniremos allá.
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Eduardo Ochoa says
4 abril, 2023 at 11:26 pmHola prima, acabo de enterarme lo de tú papacito, de todo corazón me uno a tú dolor. Mi sentido pésame prima y que mi tío descanse en paz y que Dios lo tenga en su santa gloria..un abrazo prima..
Jorge Dier says
4 abril, 2023 at 11:24 pmClaudia buenas noches. Reciba nuestro sentido pésame, que nuestro Padre Dios le tenga en su gloria a su papito y que nuestra Santa Madre María les ayude a encontrar resignación en estos duros momentos. Le acompañamos en esta irreparable pérdida Claudia. Un abrazo enorme, estamos rezando por su papito.
Diego Duran says
4 abril, 2023 at 11:22 pmMi más sentido pésame 💐 por la pérdida de tu papi!! Un fuerte abrazo y que Dios llene de sabiduría y aceptación para ti y toda tu familia!! Saludos Claudia.
Daniel Pacheco says
4 abril, 2023 at 11:18 pmQuerida prima Claudia, quiero hacer llegar a ti y tu familia mi mas sentida nota de pesar por tan irreparable perdida. Que el creador les ayude a encontrar la Paz y la resignacion por la falta de vuestro querido padre Antuquito. Un Abrazo a la distancia.
Tu hijo Alcides says
4 abril, 2023 at 10:42 pmTres semanas atrás compartimos alegres momentos con papá en el esperado cafecito que era el pretexto para visitarle y compartir buenos momentos los fines de semana. Entonces papá enfermó, pronto tuvo que hospitalizarse. El retorno a su encuentro con el Señor se había iniciado. Su debilitado cuerpo a causa de las secuelas de un cáncer no pudo hacer frente a un contagio por covid. El covid se fue, pero el daño estaba hecho. Papá ya no pudo recuperarse.
Antonio Araujo, mi padre, mi papá, nuestro papi, Papi Toño, el Abuelito para sus últimas nietas ya no está, nos queda su legado. Hombre bueno, honesto, disciplinado, estricto y por eso muchas veces incomprendido. Amante de la vida, de lo sencillo, poco practicante de los actos religiosos y sin embargo dueño de una FE religiosa enorme radicada en lo más profundo de su ser.
Maestro por excelencia, formador de varias generaciones de jóvenes. Para mí, padre y maestro. Tempranamente inculcó en mí el amor por las matemáticas, y con ello me ayudó a forjar una vida.
Sus hijos somos testigos de que su mejor estrategia de formación fue el ejemplo. Padre estricto, a veces un poquito bravo, pero capaz de brindar un amor infinito a sus hijos. Casi a sus 50 años obtuvo su titulo de tercer nivel en matemáticas; pienso que esto no le trajo mayor beneficio a su carrera profesional ya avanzada para entonces, sin embargo este esfuerzo fue orgullo y ejemplo a seguir para sus hijos….si, otra vez el ejemplo.
Alejado en su niñez temprana de su casa paterna, tal vez por las limitaciones económicas de su hogar, completó su niñez y vivió su adolescencia lejos de su hogar en un internado religioso. Años de dura soledad sobre los cuales nuestra madre siempre nos prohibió preguntar, marcaron sin duda el carácter de papá. En mis recuerdos tempranos existe la presencia de un hombre de mirada severa, tal vez hubiera preferido que hubiera tenido una mirada menos seria; mi papá era una persona a quien nunca vi derramar una lágrima, para mí era el hombre imbatible, el más valiente, el que no tenía miedos; creo que en términos modernos la palabra sería un superhéroe.
Conforme maduré fui descubriendo al hombre que estaba detrás de esa mirada severa. Era un hombre lleno de bondad, tal vez la vida dura de su niñez y juventud lo hicieron así, para esconderse detrás de ese antifaz. Pero se trataba de una persona maravillosa.
Nuestra madre, Isabel Pacheco Arce, la Chabelita para sus allegados, fue su primera esposa. Formaron un lindo hogar, pienso que habían limitaciones económicas, que por magia de nuestros padres no la sentimos. Nos dieron un hogar feliz. Los hijos, cuando niños, jugábamos peleábamos llorábamos y reíamos tanto. Hoy ya mayores, cada quien formó su hogar, pero seguimos jugando peleando llorando y riendo….así es… nuestros padres forjaron en sus hijos lazos de unión para siempre.
Entonces llegaron los tiempos duros para los que la vida no nos prepara. Primero mi hermana Claudia enfermó, hoy nos damos cuenta del esfuerzo gigante que entonces tuvo que hacer para lograr su mejoría con una cirugía no practicada en Cuenca, fue la primera vez que lo vi quebrarse, mi papá no era de acero, era humano, y muy humano. Luego mamá falleció hace 23 años. Hoy que tenemos la edad con la que ella falleció nos damos cuenta de que se fue muy temprano. Ciertamente ya éramos mayores cuando esto sucedió, pero todo cambió. Papá, el hombre inquebrantable, dejó de serlo. Ya era un hombre vulnerable.
Luego de años de soledad propia, porque la asistencia de los hijos no era suficiente, papá nos comunicó su decisión de volver a casarse. Para los hijos, comprenderán ustedes, era una situación que no entendíamos. Papá ya tenía sus 68 años entonces. Fiel a sus principios no quiso depender de sus hijos, pues sus hijos debían volar, ser libres y dejar el nido. La vida debía continuar.
Entonces llegó Susanita, su esposa en los últimos 19 años, a quien agradecemos la dedicación y cuidado que ha dado a nuestro padre. Susanita hoy le decimos, usted no queda sola, pues sus nietos allí están, la vida ha hecho que sean suyos. Y nosotros siempre estaremos cerca. Muchas gracias, Susanita.
Hoy estamos tristes despidiendo a una persona buena, a un padre ejemplar, a un educador a tiempo completo, al viejito que hasta el último aliento lo dio todo por sus hijos. Cada uno de nosotros sabemos que fue así. Hombre amante de la vida, hombre amante de lo simple, vivió una vida plena.
Pero es una tristeza pasajera, porque mañana nos daremos cuenta de lo afortunados que fuimos al tenerlos como padres. Que el legado de nuestros padres no terminó. Que sus principios perduran en nosotros, y entonces entenderemos que viven en nosotros.
Anónimo says
4 abril, 2023 at 10:36 pmTres semanas atrás compartimos alegres momentos con papá en el esperado cafecito que era el pretexto para visitarle y compartir buenos momentos los fines de semana. Entonces papá enfermó, pronto tuvo que hospitalizarse. El retorno a su encuentro con el Señor se había iniciado. Su debilitado cuerpo a causa de las secuelas de un cáncer no pudo hacer frente a un contagio por covid. El covid se fue, pero el daño estaba hecho. Papá ya no pudo recuperarse.
Antonio Araujo, mi padre, mi papá, nuestro papi, Papi Toño, el Abuelito para sus últimas nietas ya no está, nos queda su legado. Hombre bueno, honesto, disciplinado, estricto y por eso muchas veces incomprendido. Amante de la vida, de lo sencillo, poco practicante de los actos religiosos y sin embargo dueño de una FE religiosa enorme radicada en lo más profundo de su ser.
Maestro por excelencia, formador de varias generaciones de jóvenes. Para mí, padre y maestro. Tempranamente inculcó en mí el amor por las matemáticas, y con ello me ayudó a forjar una vida.
Sus hijos somos testigos de que su mejor estrategia de formación fue el ejemplo. Padre estricto, a veces un poquito bravo, pero capaz de brindar un amor infinito a sus hijos. Casi a sus 50 años obtuvo su titulo de tercer nivel en matemáticas; pienso que esto no le trajo mayor beneficio a su carrera profesional ya avanzada para entonces, sin embargo este esfuerzo fue orgullo y ejemplo a seguir para sus hijos….si, otra vez el ejemplo.
Alejado en su niñez temprana de su casa paterna, tal vez por las limitaciones económicas de su hogar, completó su niñez y vivió su adolescencia lejos de su hogar en un internado religioso. Años de dura soledad sobre los cuales nuestra madre siempre nos prohibió preguntar, marcaron sin duda el carácter de papá. En mis recuerdos tempranos existe la presencia de un hombre de mirada severa, tal vez hubiera preferido que hubiera tenido una mirada menos seria; mi papá era una persona a quien nunca vi derramar una lágrima, para mí era el hombre imbatible, el más valiente, el que no tenía miedos; creo que en términos modernos la palabra sería un superhéroe.
Conforme maduré fui descubriendo al hombre que estaba detrás de esa mirada severa. Era un hombre lleno de bondad, tal vez la vida dura de su niñez y juventud lo hicieron así, para esconderse detrás de ese antifaz. Pero se trataba de una persona maravillosa.
Nuestra madre, Isabel Pacheco Arce, la Chabelita para sus allegados, fue su primera esposa. Formaron un lindo hogar, pienso que habían limitaciones económicas, que por magia de nuestros padres no la sentimos. Nos dieron un hogar feliz. Los hijos, cuando niños, jugábamos peleábamos llorábamos y reíamos tanto. Hoy ya mayores, cada quien formó su hogar, pero seguimos jugando peleando llorando y riendo….así es… nuestros padres forjaron en sus hijos lazos de unión para siempre.
Entonces llegaron los tiempos duros para los que la vida no nos prepara. Primero mi hermana Claudia enfermó, hoy nos damos cuenta del esfuerzo gigante que entonces tuvo que hacer para lograr su mejoría con una cirugía no practicada en Cuenca, fue la primera vez que lo vi quebrarse, mi papá no era de acero, era humano, y muy humano. Luego mamá falleció hace 23 años. Hoy que tenemos la edad con la que ella falleció nos damos cuenta de que se fue muy temprano. Ciertamente ya éramos mayores cuando esto sucedió, pero todo cambió. Papá, el hombre inquebrantable, dejó de serlo. Ya era un hombre vulnerable.
Luego de años de soledad propia, porque la asistencia de los hijos no era suficiente, papá nos comunicó su decisión de volver a casarse. Para los hijos, comprenderán ustedes, era una situación que no entendíamos. Papá ya tenía sus 68 años entonces. Fiel a sus principios no quiso depender de sus hijos, pues sus hijos debían volar, ser libres y dejar el nido. La vida debía continuar.
Entonces llegó Susanita, su esposa en los últimos 19 años, a quien agradecemos la dedicación y cuidado que ha dado a nuestro padre. Susanita hoy le decimos, usted no queda sola, pues sus nietos allí están, la vida ha hecho que sean suyos. Y nosotros siempre estaremos cerca. Muchas gracias, Susanita.
Hoy estamos tristes despidiendo a una persona buena, a un padre ejemplar, a un educador a tiempo completo, al viejito que hasta el último aliento lo dio todo por sus hijos. Cada uno de nosotros sabemos que fue así. Hombre amante de la vida, hombre amante de lo simple, vivió una vida plena.
Pero es una tristeza pasajera, porque mañana nos daremos cuenta de lo afortunados que fuimos al tenerlos como padres. Que el legado de nuestros padres no terminó. Que sus principios perduran en nosotros, y entonces entenderemos que viven en nosotros.
Tu hija Tania says
4 abril, 2023 at 10:33 pm¡Ya se le hace tarde papi!
Ya le esperan allá.
¡Ya se le hace tarde papi!
En poco el sol se oculta ya.
¡Ya se le hace tarde papi!
Las puertas no se cierran aún,
le esperan, allá donde la paz es eterna.
Ya no se preocupe,
Alcides, Claudia, Ginna y yo,
sus niños, estamos bien,
ya no se preocupe, créame,
tenemos tranquilidad en el alma y el corazón,
allá le esperan nuestros ángeles,
vaya con ellos de la mano,
respire, respire y disfrute
de los aromas de la paz eterna,
respire, respire y disfrute
del aroma de las bondades
de nuestro padre celestial,
vaya papi, se le hace tarde,
ya nos reuniremos allá.