El suicidio 20 agosto, 2023

La muerte por suicidio deja tras de sí muchas preguntas:

• ¿Por qué lo hizo?
• ¿Podíamos haberlo evitado?

Cuando la muerte de un ser querido ocurre en estas circunstancias, existe una incertidumbre social fuerte, lo cual es normal ya que por más que se intenta no se llega a comprender.

SENTIMIENTOS

Culpa:

Es muy común por algo que no se dijo o no se hizo; existe una especie de reproche por no haber sabido cuidar de esa persona.

Impotencia:

Existe mucha impotencia puesto que no se puede hacer nada que ayude a explicar lo que sucedió, tanto a uno mismo como a los familiares o amigos.

Rabia:

Después del suicidio de un ser querido puede ser natural sentir mucha rabia y enfado hacia la persona que nos abandonó “cómo has podido hacerme esto”, hacia Dios que no hizo nada por impedirlo, y hacia todos los que han podido contribuir directa o indirectamente en la realización de esta acción desesperada. La rabia es un sentimiento pasajero. Con el tiempo irá disminuyendo. Mientras tanto se debe buscar formas positivas de canalizar este sentimiento sin auto castigarse y sin herir inútilmente a otras personas.

Vergüenza:

Es muy común no querer hablar, ya que el suicidio tiene una connotación social muy compleja y hace que las personas se sientan avergonzadas rente al tema. Todos estos sentimientos pueden ser parte del proceso de recuperación, sin embargo, si se sienten deseos de quitarse la vida es urgente buscar ayuda profesional para superar la pérdida.

El suicidio y la depresión crónica:

Si el ser querido que se ha ido era una persona depresiva o había realizado varios intentos de suicidio, es muy natural que surjan sentimientos contradictorios. Por un lado, una gran tristeza por su pérdida, el duelo complicado que se desarrolla a partir de este acontecimiento; pero también es preciso entender la gravedad de la enfermedad, en este caso la depresión, tanto para quien la padecía como para sus familiares cercanos.

El suicidio y la impulsividad:

Se trata de personas impulsivas en todas las áreas de la vida, que toman riesgos sin medir las consecuencias, tienen comportamientos no planificados y preferencia por pequeñas e inmediatas recompensas. Suelen no considerar las consecuencias de una acción determinada. Este tipo de conducta se asocia algunas veces con comportamientos irresponsables, abuso de alcohol o sustancias psicoactivas. También experimenta sentimientos muy marcados como la rabia y son proclives a la agresión; son incapaces de resistir las tentaciones, actúan sin pensar, el aburrimiento se convierte en un motivo para la búsqueda de nuevas emociones, y la conducta impulsiva en una forma de escape.

MITOS ACERCA DEL SUICIDIO

Existen varios mitos dentro de nuestra sociedad sobre el tema del suicidio, que pueden afectar seriamente a los dolientes. Estas creencias son de índole social, y por lo general son los mismos familiares quienes las mantienen, puesto que por ser un tema considerado tabú no se ha desarrollado una cultura informativa sobre el mismo.

  • La persona que amenaza con suicidarse en realidad no lo va a hacer y quien desea seriamente hacerlo no avisa. (Toda amenaza o rase que tenga que ver con la idea del suicidio tiene que ser tomada muy en cuenta, e inmediatamente buscar la ayuda adecuada).
  • La familia siempre lo va a salvar. (La familia de la persona que se suicida NO es responsable de los actos y decisiones que otra persona tome; este sentimiento se presenta porque siempre la familia, especialmente los padres, van a velar por la protección de todos sus miembros).
  • La persona histérica no se suicida. (La persona que demuestra un momento de crisis o histeria puede llegar a cometer el acto del suicidio debido al alto grado de impulsividad, ira y descontrol emocional que puede sentir).
  • Hablar de suicidio con la persona que ha pensado o intentado hacerlo induce al acto. (Toda información que venga de una persona profesional e instruida en el tema ayuda a prevenir un futuro acto suicida).
  • Solo los locos o raros se suicidan. (Las personas que han cometido el suicidio en muchos de los casos no han tenido ningún tipo de trastorno psiquiátrico o emocional, responden a actos de impulsividad y alta de fortalezas internas para afrontar dificultades).
  • Cuando alguien planea suicidarse, nada ni nadie puede detenerlo. (Todo suicida en potencia puede mejorar su calidad de vida y desear vivir con la ayuda emocional-psicológica y medicamentos adecuada).
  • Las crisis económicas son el mayor desencadenante del suicidio. (Todas las crisis existenciales en la vida del ser humano son causantes de tristeza, estrés, y hasta depresión, pero no existe una que propicie el suicidio especialmente).
  • Solo se suicidan los cobardes. (No existe cobarde ni valiente al momento de suicidarse; existen familias que sufren un dolor inexplicable).
  • Todos escriben cartas antes de suicidarse. (No todas las personas dejan notas o cartas, no siempre quieren hablar o despedirse, simplemente lo hacen).
  • Las personas que se suicidan no van al cielo, por el pecado cometido. (Nadie puede tener la certeza de saber quiénes van al cielo o al infierno; la divinidad de Dios está más allá de los mitos religiosos).

REFLEXIONES PARA LAS FAMILIAS

Se debe recordar que nadie pudo elegir por él o por ella, y aceptar que las palabras o actos de familiares o amigos no tuvieron que ver con la decisión, pues ésta fue enteramente de esa persona. Esto quiere decir que el sentimiento de culpabilidad es tan solo parte del proceso de duelo, y no tiene verdaderos fundamentos. A medida que la tormenta de emociones vaya calmándose, y si es necesario se haga un trabajo de duelo adecuado con la respectiva guía profesional, surgirá poco a poco la aceptación. Hay que darse tiempo para llegar a sentir alivio. El camino de las lágrimas es largo, y sólo cuando se vive a plenitud el dolor es posible recuperarse. Hay que ser paciente con uno mismo y el día en que se acepte la decisión de la persona que ya no está, será posible adaptarse a una nueva vida sin él o ella. Un duelo por suicidio necesita más tiempo para sanar.

“Lo que realmente importa no es la forma de morir, sino el hecho de que YA NO ESTÁN. El trabajo de recuperación debe hacerse por su ausencia, no por su forma de morir”.