Duelo en el adulto mayor 13 abril, 2023

Los adultos mayores tienen muchos cambios. En sus funciones físicas empiezan a presentar limitaciones sensoriales, cambios sociales como la jubilación que traen consigo la preocupación financiera, cambios en la organización de la vida, etc. Si a todos estos cambios añadimos la pérdida de un ser querido, es muy posible que el duelo en esta edad tenga características especiales.

Una de ellas es que debido a lo vivido y a la experiencia que la vida les ha dado, creen que pueden soportar mejor el dolor que el resto de la familia; no obstante, varias circunstancias pueden hacer que el duelo se vuelva más difícil.

  1. Sentimientos de culpabilidad y agresividad.

En el caso de una enfermedad, al no haberse percatado de los síntomas y haber podido evitar la muerte del ser querido, o por no haberle protegido de un accidente cuando la muerte ha sido violenta, el adulto mayor responde con un sentimiento fuerte de culpabilidad. Adicionalmente, y de forma inconsciente, responde con un sentimiento de agresividad y cambios de humor drásticos rente al sistema familiar. Debemos recalcar que el doliente siempre quiere evitar la muerte del ser querido, y llega a pensar que pudo haber adivinado lo que iba a suceder. Este pensamiento es normal y responde a un típico sentimiento de culpabilidad de duelo en la primera fase de la aflicción. En estos casos se recomienda pensar que “no sabíamos lo que iba a suceder”, y que no podíamos adivinar que una enfermedad se estaba desarrollando o que un accidente iba a ocurrir. No podemos culparnos “de algo que no conocíamos”. Esta reflexión va a ayudar a bajar el grado de angustia en los ancianos, y a darse cuenta que por más experiencia y sabiduría que tengan en la vida nadie puede saber qué es lo que va a suceder en un futuro.

  1. Trastornos en los roles que asumen

La mayoría de ancianos han integrado dentro su vida, como una tarea típica de su ciclo vital, el cuidar a un nieto. Esta tarea se vuelve de extrema responsabilidad para ellos; cuando han perdido a un ser querido se ven incapacitados de continuar realizando dichas actividades, y esto hace que física y emocionalmente se sientan limitados, lo que a la vez crea un especial sentimiento de dolor en los ancianos, que sufren por el hijo, por el nieto y por ellos mismos.

  1. Apoyo social disminuido:

En esta etapa de la vida los adultos mayores tienen un decaimiento del apoyo social. Los familiares, debido a enfermedades degenerativas o incapacidades físicas, abandonan emocionalmente al adulto mayor dejándolo así vulnerable a desases emocionales típicos de la tercera edad; por ello la “depresión en la tercera edad” se presenta en la mayoría de los casos. Cuando se da un duelo, los familiares, amigos, la sociedad en general prestan menos atención al sufrimiento del adulto mayor que al del resto de los integrantes de la familia.

  1. Poseen una energía limitada:

El hecho de presentar una disminución de las actividades físicas y sensoriales, hace que el adulto mayor viva las etapas del duelo de forma mucho más lenta, lo que crea un falso pensamiento rente al período de recuperación del anciano, y hace que el resto de familiares piense que no se va a recuperar. Debemos pensar que el ritmo de sanación emocional del adulto mayor es más lento que el del resto de la familia.

  1. Tendencia a guardar dentro todo aquello que produzca dolor emocional:

Esta reacción es muy común en el adulto mayor, la conocida “somatización”, es decir, todo aquello que sienta como dolor de duelo, conflicto interno o angustia, no es exteriorizado y, por consiguiente, se producen dolencias físicas que pueden desarrollar una enfermedad grave o empeorar un cuadro crónico ya existente. Es recomendable que el adulto mayor reciba terapias de liberación que puedan ayudar a la descarga emocional positiva, y así evitar un daño físico futuro.