Dolor social en el duelo 14 octubre, 2022

El dolor social es comprendido como el dolor que uno siente por los “otros”. Es muy común sentir que, aparte del dolor que me embarga a mí, también me afecta ver sufrir a mis familiares o amigos.

Este dolor tiene connotaciones culturales: la forma en la que se interpreta la pérdida, y lo que debemos hacer o dejar de hacer durante el duelo.

La influencia de las personas y la sociedad en general es importante, porque el doliente necesita manejar su duelo sin que se afecte su ambiente social, familiar, laboral, y evitar mitos que causan más angustia y dolor. Algunas de las frases usadas por las personas o nuestra sociedad forman mitos que por lo tanto carecen de veracidad, pero han sido tomados como consejos recuentes, haciendo que los deudos caigan en angustia y causando más daño emocional del que ya existe. Por ejemplo:

-“No llores, porque no le dejas descansar”

Esto responde a creencias religiosas sin fundamento, que impiden resolver el duelo de una manera sana, al bloquear todo tipo de desinhibición y expresión como el llanto que ocurre apenas perdemos al ser querido o en la primera instancia de duelo. Este mito hace que se produzcan más secuelas y consecuencias físicas, mentales y hasta sociales.

El llanto es un derecho y una necesidad cuando es impostergable expresar dolor y tristeza por la pérdida, y ayuda al equilibrio emocional ya que proporciona sentimientos de paz, alivio y descarga emocional y física. Recordemos que lo que no lloran tus ojos llorarán tus órganos. Llorar y comprender el llanto como alivio y no como enfermedad, va a facilitar el proceso de recuperación. Esto no quiere decir que propiciemos momentos de llanto, o nos sintamos presionados a llorar para curarnos, sino que debemos llorar en libertad las veces que necesitemos y deseemos.

Otro mito es que “el tiempo lo cura todo”, o “es cuestión de tiempo para que te pase”.

El mito del tiempo también causa angustia en las personas. Recuperarse no es cuestión de tiempo; éste es tan solo un referente. Lo que hace que se supere un duelo es lo “que hace” en el tiempo, la actitud que se tenga, cuanto se informe, la ayuda que busque, etc.

El tiempo de las personas que están sufriendo una pérdida es diferente al del resto de personas. Para quienes están afligidos el tiempo pasa más lentamente que para aquellas personas que no lo están y se hallan en un estado anímico favorable. El tiempo sin el ser querido se alarga, hasta el punto de que pueden sentirse los minutos como horas; ésta es la diferencia entre la vivencia del duelo de la sociedad y la del doliente.

El “dolor en el duelo es el único dolor de la vida que en vez de mejorar con el tiempo empeora”. Cuando ya ha pasado “un año” de la pérdida de un ser querido, la sociedad toma este tiempo como el “suficiente” para la recuperación, y espera que la persona esté recuperada. La presión que siente el doliente hace que los sentimientos de aflicción sean inhibidos, y se alargue el proceso de sanación como consecuencia de que no es posible decir ni expresar lo que todavía duele.

“En el duelo, no hay cosas ni buenas ni malas para hacer… Hay cosas que nos van a hacer sentir bien, y cosas que no”.

Esta regla de duelo propone que analicemos qué nos sienta bien de las personas, de sus rases y actitudes, de su campo espiritual y psicológico, para así identificar las mejores formas de manejar el duelo.

Preguntas para su reflexión

  1. ¿Debo reconocer mis necesidades de manera auténtica, espontánea y real, más allá de lo que la sociedad espera de mí? ¿Cuáles son éstas?
  2. En este momento, ¿Cuáles son mis prioridades, mis derechos, mis deseos?