Dolor psicológico en el duelo 15 septiembre, 2022

Cada persona sufre el duelo afectivo, físico, espiritual y social de manera distinta.

Ricardo Jiménez menciona lo siguiente: “Cada pérdida recrea una experiencia peculiar de duelo en un cierto momento, no sólo las características individuales de los deudos como personalidad o estrategias de afrontamiento, pueden explicar una u otra respuesta.” (Ricardo A. Jiménez, 2006)

En el dolor psicológico, las conductas entran en un estado de “anormalidad” al enfrentarse a la pérdida de un ser querido, los deudos se dan cuenta de que empiezan a tener profundos cambios en rutinas diarias: formas de vestir, alimentación y, en general, la mayor parte de actividades de la vida.

Este dolor es uno conjuntamente con el dolor biológico o físico, es el primero que se manifiesta ya que casi enseguida de la pérdida, la misma persona o familiares cercanos notan cambios drásticos en la forma de actuar de los deudos o dolientes.

Cuando nos sentimos vulnerables y frágiles rente a una pérdida, inmediatamente se activan los mecanismos de defensa que tenemos los seres humanos, y que en el duelo son muy comunes durante los momentos de aflicción: sentimientos de culpa, ira, incertidumbre, impaciencia, frente a situaciones comunes, lo que tiene una clara explicación. Nuestra conducta rente a una pérdida es una forma de expresar el dolor ante la ausencia de la persona querida, y debe ser entendida como normal dentro de un proceso de duelo. Sin embargo, este tipo de comportamiento es uno de los que más problemas causan a nivel familiar y personal, por lo cual es probable que se requiera de asistencia profesional.

En este tipo de dolor “psicológico”, las personas hacen caso omiso a sus actitudes pues creen estar afligidas, desconcertadas y con el derecho a reaccionar así. Es comprensible el cambio de actitud y modificación de personalidad que sufren, pero también es necesario que cada uno de nosotros asuma que nuestras actitudes podrían estar dañando el sistema familiar o rompiendo la interrelación con entornos importantes como el laboral y el social.

Al experimentar cada uno a su manera la pérdida y vivir el duelo, el hecho de sentir tristeza, enojo, impaciencia, odio, es algo que se espera. Nadie sabe qué es lo que se va a experimentar en una situación de esas características emocionales, así que llorar o sentir coraje ante la pérdida no está mal. Por lo contrario, se debe permitir y tolerar la expresión como reacciones que se pueden suscitar en este proceso, durante el tiempo que le toma a la persona asimilar la situación en la que se encuentra. Es aconsejable que cuando la parte psicológica resulte afectada de manera tal que estemos causando daño con nuestras actitudes a los seres que amamos, busquemos ayuda de forma personalizada. Para recuperarse tras la pérdida de un ser querido, cuando el daño emocional es psicológico, la mejor opción es la consulta con un especialista en duelo.

Si la persona que falleció formaba parte esencial de nuestra vida y ahora ya no está y no volverá jamás, es entendible que nuestra personalidad se modifique y nuestras actitudes cambien. Esto no quiere decir que es un proceso negativo o definitivo en la vida, sino que la psique toma la pérdida como un cambio fuerte que requiere de un tiempo y un proceso para lograr la adaptación adecuada.

 

Preguntas para su reflexión

  1. ¿Qué actitudes, conductas o roles han cambiado en mi vida?
  2. ¿Cuáles de esas actitudes o conductas son esperables y de cuáles debería preocuparme?